miércoles, 15 de enero de 2014

"Mi novio es un zombi"




"True Blood", novela de Charlaine Harris popularizada a través de la serie de televisión de HBO, parte de la idea según la cual tras el descubrimiento y posterior comercialización de una sangre sintética los vampiros salen de sus mundos ocultos para integrarse en la sociedad, lo cual resulta de lo más interesante.  A raíz de ahí se produce una explosión de seres mágicos de todos tipos (brujas, hadas, telépatas, hombres lobo, ménades, y un largo etcétera) que interactúan con "normalidad" como cualquier otro ciudadano (aunque cada uno con sus peculiaridades).

Este no es ni mucho menos un tema nuevo. Historias de vampiros, hombres lobo, brujas...  las ha habido siempre, de heho, podemos encontrar referencias a las mismas en numerosas tradiciones populares.

Lo diferente o "nuevo" desde mi punto de vista es la naturalidad - e incluso aspiracionalidad - con la que conviven con nosotros hoy en día. Veamos algunos ejemplos:


  • "Harry Potter" nos acercaba la magia desde la "normalidad", con una perspectiva tan humana que era fácil poderse identificar: la discriminación de los "no puros" (aludiendo al racismo, xenofobia...), los complejos de inferioridad (el no ser perfecto y sufrir por ello), las tramas políticas, la venganza, las injusticias, los tratos de favor... podría seguir y seguir.
  • La saga "Crepúsculo" ("Twitlight") seguía en esta línea dando un paso más: la aspiracionalidad. Edward Cullen - que cualquier chica hubiera querido tener en su instituto - muestra el caso de un espectacular vampiro integrado en su sociedad. Su opción de alimentación "vegetariana" (en un sentido vampírico), fomentaba el acercamiento a lo humano (ya que deja de ser una amenaza). Por tanto, eliminado el lado malvado del vampiro, nos queda todo lo positivo: la belleza, los poderes, la fuerza y sobre todo la inmortalidad.

  • El tema de los zombies no lo domino tanto porque no me gustan en absoluto... salvo la excepción del vídeoclip de "Thriller". No obstante, por lo que me comentaba una amiga, el enfoque de la serie "Walking dead" también nos acerca en la "convivencia"  con estos monstruos, todo bajo una explicación lógica: una epidemia.

  • Por otro lado, la adopción de Halloween a nivel popular o el asentamiento de algunas tribus urbanas (como góticos o emos) cumplen asimismo una función clave en este contexto: tangibilizar la monstruosidad; permitir traspasar el umbral entre la imaginación y lo material.


Pero el hit del momento lo protagoniza el público infantil gracias a las Monster High y todas las secuaces que han aparecido dentro de este universo sobrenatural (como las recién llegadas Princesas Zombies).



Son muñecas "sin alma", que forman parte del universo de la muerte, rodeadas de símbolos de calaveras, ataúdes, etc. Hacen referencia a grandes mitos terroríficos (Frankestein, Drácula, Hombre Lobo, Yeti...) o transgreden el mundo de algodón de los cuentos de hadas (Blancanieves zombie, Cenicienta zombie, Rapunzel zombie...). Y pese a su lado "monstruoso", a sus cicatrices, cuernos, colmillos, restos de sangre... logran superar el plano de lo grotesco para acercarse a lo aceptado, popular o mainstream desde una estética "fashion" que las banaliza o humaniza (en el caso de las Monster). 


Los padres las compran porque las piden los niños, pero los niños las piden porque también les "caen bien" a los padres. Y es más, los adultos (sean o no padres) también pueden sentirse atraídos por estas muñecas como si de objetos de culto se trataran. Existen clubs de fans, foros, páginas de Facebook, e incluso se customizan para su posterior venta en Ebay como si de objetos de arte se trataran.



Tras haber recogido estos pequeños "bones" o piezas, sólo queda reflexionar un poco:

¿Cómo es nuestra relación actual con estos seres sobrenaturales? ¿Qué tipo de monstruosidad es la que buscamos? ¿Qué rol tienen hoy en día?


En la mayoría de los casos que hemos hablado los monstruos son "bellos", con sus "defectos" y sus problemáticas, pero sin perder valor de deseo (como lo sería el Jorobado de Nôtre Dame).
Estos defectos son además los que permiten que se "acerquen" más a nosotros. Me intento explicar con ejemplos:
  • Edward Cullen se siente un "monstruo", es consciente de su condición y sus debilidades. Al lector o espectador - que ya desde la estética del personaje puede sentirse atraído por el mismo-  le hace sentir ternura, cercanía emocional y empatía precisamente por hacerle cómplice de sus debilidades.
  • Alcide Herveux, el Packmaster de los hombres lobo de "True Blood" nos deja ver su lado más humano con todos los problemas sentimentales en los que está sumergido... aunque sin perder un ápice de masculinidad y esencia de todo lo positivo que se espera de un "hombre lobo"
  • Monster High: he escuchado comentarios en los que se argumenta que el hecho de que estas muñecas tengan cicatrices, cuernos, ojeras... hacen que las niñas aprendan a aceptar los "defectos", a reírse de sí mismas y a superar sus problemas con personalidad.  


No obstante, aún falta un elemento clave para entender el éxito de este fenómeno: la transgresión en su justa medida. 
Una transgresión aceptada porque el "monstruo" se ha "humanizado" e incluso "normalizado". Aún así, una transgresión que nos ayuda a soñar y "escapar", a sentirnos "malotes" o "malotas" de igual modo que cuando saltamos al ritmo de Alaska gritando "a quién le importa lo que yo haga" (sobre todo cuando no hemos roto ni un plato en nuestra vida).

En el fondo se trata de un escape emocional. Un sueño onírico. Un deseo de ser inmortal, fuerte, bello, poderoso pese a los posibles defectos. Incluso puede estar relacionado con la necesidad de recuperar algo de esa magia o inocencia perdida por el desencanto social en el que estamos sumidos.

Porque hoy en día, afirmamos alegremente no creer en religiones (con los matices pertinentes), pero eso no está reñido con fantasear con lo sobrenatural.




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